Orlando Carriqueo, referente del Parlamento Mapuche en Rio Negro, cuenta qué es par él ser mapuche, y cómo fue su proceso identitario. Habla de la importancia de la lengua y de las costumbres y recuerda la discriminación que sufrió en su vida por pertenecer al pueblo mapuche.
Por José Manuel Pichon e Ivana Silvan

Orlando Javier Carriqueo, oriundo de la ciudad de Valcheta, vive en Fiske Menuco (General Roca) y es el coordinador del Parlamento Mapuche Tehuelche de Rio Negro. Hijo de madre y padre originarios de esta comunidad, considera que ser mapuche implica un compromiso, fundamentalmente con el territorio y con una historia que está muy presente en su familia y en muchas otras que habitan la Patagonia.
En una sociedad capitalista y racista, ser mapuche les planteó el desafío de proponer su manera de pensar, que se traduce en muchas de sus acciones sociales, como las de acompañar distintas luchas. “No somos ajenos a las luchas sociales, porque somos parte de esta sociedad y además tenemos nuestra propia lucha, que es por el territorio”, resalta Carriqueo.
El proceso de reconocimiento de su identidad está atravesado por el racismo, sobre todo en las escuelas, como fue su caso. Carriqueo recuerda que durante su paso por el secundario fue aceptando su identidad como mapuche, pero sufriendo mucha discriminación. Resalta que superar esas barreras forma parte de “un proceso individual para sumarse a un proceso colectivo”.
La lengua
Cree que la pérdida del mapuzugun (la lengua nativa) es, en parte, culpa de lo que hicieron las escuelas en el territorio. Actualmente el proceso para recuperar la lengua se está dando muy fuertemente en toda la Patagonia, dice, pero “todavía no se habla mapuzugun de la manera que debería conocerse y llevarse adelante”, remarca el coordinador.
Actualmente es más sencillo aprender la lengua nativa debido a la cantidad de posibilidades que existen, como por ejemplo, los videos de aprendizaje en internet. Otra opción son los grupos de enseñantes de la lengua en ciudades como Bariloche, Fiske Menuco, Viedma y Cipolletti, entre otros que funcionan en la provincia. Además, en Rio Negro hay escuelas interculturales, donde se enseña lo básico de la lengua, como los números, y se aborda la relación del pueblo mapuche con el territorio.

Ciudad y naturaleza
El proceso de apropiación de las costumbres varía según el territorio que se habite. “El vivir en ciudad conlleva vivenciar otras costumbres”, clarifica este referente del pueblo Mapuche en Río Negro, y las contrasta con “las tradiciones habituales y la filosofía de vida del pueblo mapuche”. Una práctica central de la comunidad, apenas empieza el día, se realiza frente a una planta: se ofrenda yerba y se pide para tener un buen día, para agradecer. A veces se hace de manera colectiva y, otras, en soledad. Pero es claro que, en ocasiones, el ritmo de la ciudad conspira con tomarse esos minutos.
En el caso de Carriqueo, se abrazó a las costumbres de su pueblo ya de grande, con su proceso identitario más fortalecido. “Uno asume un procedimiento que le es propio y que lo convoca y que necesita; uno se siente bien con eso porque es parte de lo que hacían nuestras familias y recuperarlo también es parte de restablecer la identidad”, sostiene.
También remarca que “vivir en la ciudad ha alejado a todas las familias de su identidad”, pero aclara que no se trata sólo del espacio geográfico, sino que tiene más que ver con la forma en que se vive. Para él, las ciudades alejan la identidad, pero también los procesos históricos que se han dado en la construcción de un Estado hace 140 años sobre territorio comunitario. “Eso no deja de ser un choque de culturas, por eso la ciudad es la centralidad de la construcción del Estado”, contrasta.
Discriminación
“El aspecto de persona indígena era una manera de dejarte sin la oportunidad de trabajo; y en las escuelas, para algunos profesores, parece que si vos sos negro, no tenes la capacidad de analizar”, denuncia Carriqueo, quien destaca el trabajo que con el tiempo, ha permitido avanzar en estrategias para enfrentar ese estigma.
Así, la comunidad mapuche se prepara para convivir y afrontar la discriminación, que es algo que está en lo cotidiano, que no solo se da con este pueblo sino también con las personas de tez morena en general. “Es una realidad que la Argentina como sociedad no habla, pero que nosotros estamos obligados a denunciar públicamente. No vale la pena detenerse en un caso, es una realidad que no se desarma en el transcurso del tiempo”, proclama.