“Nos vamos levantando más porque nos estamos haciendo cargo de nuestras propias historias”

Hoy Rocío Andrare puede ponerse su Küpan y reconocerse como mapuche. Hace diez años que se encuentra en el proceso de recuperar su identidad. Pertenece al feminismo territorial mapuche que es un espacio donde participan las disidencias de distintas partes del territorio y que intentan llevar algunas discusiones de lo que están viviendo actualmente.

Por Valentina Latuf

Foto: Rocío Andrare

Rocío Andrare nació en el pueblito de José de San Martín, que queda a casi 300 kilómetros de Esquel, en Chubut. Ella se crió con las prácticas de su abuela paterna: “Mi abuela era la lawentuchefe, curaba, en el pueblo, le decían la curandera y venía gente a atenderse.” detalló. Siempre se rodeó de muchas prácticas que tenían que ver con el cuidado de la naturaleza, el cuidado al lawen (plantas), saludaba al antü (sol), pero aclaró que no lo vivió como ella siendo mapuche. 

Cuando  Rocío terminó el secundario se fue a estudiar a la universidad en Viedma. En su primer año comenzó con la militar en el Centro de Estudiantes y a seguir la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo, implicándose cada vez más en el mundo de la militancia. Fue en ese momento en que empezó a cuestionar y problematizar la historia del pueblo mapuche. 

Los recuerdos de su abuela estaban presentes en su memoria. Le preguntaba a su mamá las dudas que ella tenía: Empiezo ahí, el proceso de reconstrucción de mi propia identidad, de renacer mapuche.”

Rocío no venía de una comunidad, no nació siendo mapuche sino que fue algo que comenzó a preguntarse después de la escuela secundaria, al notar un montón de cosas que su pueblo hacía y que su abuela tenía todas esas prácticas. Fue en ese momento que ella empezó a buscar y encontró que todas esas cosas eran cuestiones mapuches.

Empezó a problematizar la historia, los conocimientos que le dieron en la escuela, a cuestionar la historia argentina como le enseñaron y lo que realmente había pasado:  empecé a problematizar la lucha de los pueblos originarios en América Latina, particularmente el pueblo mapuche. Las cosas que decía mi abuelita: ¿por qué ella habla mapuzugun a escondidas?”.

La escolarización en la primaria y secundaria fue para Andrare un proceso muy violento por cómo la trataban a ella y a la comunidad mapuche en general. Comentarios como “sos un indio”, “esas cosas son de sucios y mugrientos”, estuvieron presente en todo momento. Según ella, en el vocabulario escolar, era normal encontrarse con este tipo de frases y sobre todo en los libros y contenidos. Como por ejemplo que los pueblos no habían existido: Sobre todo con San Martín estaba la teoría de que eran todos Tehuelches, que ahí no había pueblo mapuche, en ese entonces no tenía conciencia de eso.”  

Fotografía: Rocío Andrare

No es fácil reconocerse mapuche, ni antes ni ahora.” especificó Rocío.

Dice que no es sencillo transitar las instituciones educativas y los espacios académicos porque son «sumamente colonizantes». Sobre todo en las que todavía operan la práctica de Sarmiento, “donde todavía se sigue enseñando o viendo a lo mapuche como algo pasado. Donde hoy en la actualidad, hay una fuerte estigmatización y racismo en lo que hace el pueblo mapuche particularmente», afirmó. 

Ser mapuche para Rocío tiene que ver con una historia. Primero de invisibilización, de no conocimiento y reconocimiento que transitan como jóvenes. Ser joven mapuche implica un proceso de ir armándose de esos retazos que les dejaron. Empezó con su proceso de identidad cuando su abuela ya no estaba y sus abuelos tampoco. Todos los que estábamos ahí pensando en nuestra propia cultura, cosmovisión, espiritualidad, lo hacíamos de retazos, de esas memorias que quedaban.”

Alzar la voz

Un joven mapuche no solamente tiene que lidiar con su pasado sino que a eso se le suma, según Rocío, «los grupos hegemónicos de comunicación que construyen un estereotipo y una construcción de lo mapuche: como debe ser un mapuche, quien es, donde debería habitar.»

A ellos les toca reconstruirse como mapuches a partir de esos retazos que quedan en la memoria colectiva de sus familias. Uno comienza a pensarse como joven mapuche a través de la reivindicación hacia su pueblo. Ahí es donde ellos empiezan a comprometerse con un montón de problemáticas que atraviesa el pueblo mapuche y el por qué sus abuelos quisieron resguardar a su familia «para que no sufran la discriminación, para que no sufran la violencia del Estado» y ese silenciamiento al cual fueron sometidos: Yo siento que nuestra generación viene para alzar esa voz de nuestros abuelos, bisabuelos, bisabuelas, abuelas y empezar a poner en  intención todo ese proceso. Ser un joven mapuche es netamente la lucha, nos atraviesa la identidad, nuestra forma de vivir”.

Sus días transcurren en marcos de lucha, de denuncia, de problematización, de que sean ellos mismos quienes se impliquen en sus propias problemáticas. Como jóvenes mapuches piensan en los intereses de una cultura que se va armando con esos retazos que quedaron del pasado.

Rocío cree firmemente que hay una fuerte conciencia en los jóvenes, sobre todo con la defensa del territorio de la mapu. Nosotros no podemos pensarnos como personas mapuches por fuera de ese territorio. Y creo que eso nos hace estar comprometidos tan fuertemente con las reivindicaciones de nuestro territorio porque es imposible como jóvenes mapuches ser por fuera de eso.

El mapuzugun es parte de su identidad y parte de su persona mapuche. A partir de su lengua se va conectando con diferentes fuerzas que le permiten sostener su espiritualidad. Afirma que es muy importante y que por eso explica todo lo que vivió el pueblo, como los genocidios, la campaña militar, la fronteriza: No fue aleatorio el tema que se les prohíba en la escuela que se hablara en mapuzugun y es a causa de ello, que no se puedan reconocer como mapuche.

Para ella, su lengua tiene que ver con esa construcción de identidad. Cuando uno empieza a decir las primeras palabras del mapuzugun te da muchísimo orgullo, mucha emoción porque ahí sentís la fuerza de tu identidad y decis “soy mapuche”. Empiezas a tener más palabras en mapuzungun y es donde sentís que tenés más fuerza.”

No cree que haya nuevos mapuches, sino que la violencia física, simbólica, institucional que ha ejercido el estado contra el pueblo lleva a que se vayan reconociendo ahora de grandes. Yo tengo mi familia paterna que es mapuche, mi familia materna que no es mapuche, entonces ¿no soy mapuche? Yo me reconozco en esa historia de mi familia paterna y materna, pero sobre todo me reconozco en la familia paterna por esa violencia que han ejercido contra mi familia y soy mapuche.” 

No hay nuevos mapuches sino que el reconocerse como tales es parte de un proceso, producto o no de la violencia ejercida por el estado o instituciones contra el pueblo. “Entonces para mí es una falacia, en término de pensar que hay nuevos mapuches”. El único beneficio que ellos buscan es justamente no al extractivismo, que no dañen y exploten los territorios, que respeten la unión y la vida que ellos deciden vivir:desde nuestra cosmovisión, desde nuestra espiritualidad, que nosotros decidimos el buen vivir.

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