Reconstruir la identidad: cuestionar las costumbres desde el feminismo territorial

Anahí Meli es una profesora de Historia que comenzó el camino para recuperar su identidad desde Buenos Aires hasta culminar en Rio Negro.

Por Agostina Maldonado y Javier Rojas

El feminismo dentro de las comunidades Mapuches propone la disrupción de un sistema patriarcal que se debe repensar a partir de las actividades cotidianas y del despojo del territorio por parte del Estado, pensando a cada persona como parte de ese territorio. En la búsqueda de su identidad, Anahi Melii, problematiza este hecho dentro de las comunidades mapuches por donde pudo hallarse, desde sus inicios en los estudios universitarios del profesorado de Historia en Bahía Blanca, hasta su llegada a Fiske Menuco.

Anahí es docente y comenzó su camino de reconstrucción identitaria desde muy temprana edad. En el primer año de sus estudios universitarios, con solo 20 años, trabajó sobre el rol de las Machis dentro de las comunidades. Allí encontró que muchas de las características que se anunciaban en su investigación coincidían con parte de las costumbres de su familia. En ese momento se dio cuenta: “Aquí hay algunas cosas que encastran”, pensó.

Tras llegar a la organización Kumelen Newen Mapu, que recién iniciaba su actividad en Bahía Blanca, entendió lo difícil que son los caminos de reconstrucción de esa identidad olvidada. Muy solitarios, y dolorosos, porque lo primero que te das cuenta es de la inmensidad de la carencia”, recuerda Anahí.

Esa carencia está relacionada con el despojo: cultural, territorial y de idioma. Con el tiempo, comenzaron los cuestionamientos: “¿Cómo voy a decir ´soy mapuche´ si no tengo comunidad, idioma; ni sé muy bien de dónde viene mi familia?”. Pero este conflicto con su identidad tenía una respuesta clara que pudo resolver después de un largo trayecto: “lo mapuche no pasa por tener territorios, ni por el mapuzugun, ni por tener el apellido que claramente te visibiliza como mapuche, sino por reconstruir un vínculo con el territorio que habitan. Es salir afuera y percibir que nehuén (fuerza, que pose espíritu y alma) se está manifestando allí y cómo se puede establecer allí una comunicación, una relación”.

La respuesta se complejizó con el pasar de los años y la pregunta siempre sigue estando: cada persona construye y reconstruye desde su lugar. Pero que el Estado posea la autoridad, “es una política muy perversa, con estrategias muy perversas porque están allí nuestras historias”, afirma Anahí.

Los lugares de enunciación

Desde la agrupación de feminismo territorial, Anahí pone en tensión junto a otras ñañas (Mujeres), las construcciones actuales del pueblo mapuche, sus manifestaciones desde una perspectiva de género. Desde un feminismo que recupera parte de su historia como pueblo y para esto, es inevitable remitirse a las historias de sus madres y abuelas, para recuperar la visión de las mujeres mapuches de una manera no romantizada. ¿Cómo se ve a la mujer Mapuche desde el lugar estereotipado que ocupan dentro del hogar?

En ellas descansa la responsabilidad de reproducir la cultura. Desde esta posición, en Feminismo Territorial lo piensan como una potencia: “Nosotros no habitamos la ancestralidad, no todas vivimos en comunidades y esos son nuestros lugares de enunciación, los que nos han permitido, participando en ceremonias, en encuentros y en diferentes expresiones políticas mapuche, pero nuestros lugares de enunciación y de deconstrucción colectiva y comunitaria se dieron en la urbanidad. Desde allí cuestionamos modos que fijan y cristalizan estos modos de ser”.

Plantear el feminismo dentro de una comunidad no es sencillo. Hay costumbres patriarcales que abren constantemente interrogantes:  ¿Existía el patriarcado antes de la colonia? ¿Dónde lo podemos ver? ¿Qué pasa en las ceremonias? ¿Cómo se manifiestan allí esas relaciones de género? Anahi asegura que, “una cuestión es lo que sucede en espacios ceremoniales que permanece en el tiempo (su forma y tradición en el territorio) y otra cosa son las relaciones sociales fuera de espacios ceremoniales”.

Muchas son las costumbres donde los hombres ocupan un lugar de privilegio, como en los momentos de discusión política. Las mujeres que vienen desarrollando políticas activas y efectivas en sus territorios, son las que cocinan para gran cantidad de gente; eso es lo que feminismo territorial trata de poner en tensión. “Si, cumplen roles particulares, roles importantes, pero también son personas mapuches que pueden ir con su plato, lavarlo o pueden servir a las demás personas. Y en estos momentos es donde chocamos con esta construcción social”, proclama Anahi.

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