“Que nuestra lengua y conocimientos vivan, depende de la juventud”

Ailen Quilaleo, oriunda de Junín de los Andes, tiene 26 años, y es formadora en la organización Mapuzuguletuaiñ Wallmapu mew, dónde enseñan y revitalizan el idioma mapuche. Actualmente vive en Furilofche (Bariloche), donde desarrolla sus estudios en la Universidad del Comahue

Por Sofía Agüero y Mara Diaz

Ailen Quilaleo. Foto cortesía de Ailen Quilaleo.

Todos hemos oído hablar de la conquista del desierto por parte de Julio Argentino Roca. De alguna u otra manera, hemos oído sobre las distintas estigmatizaciones que reciben los pueblos originarios a nivel país. Sin embargo, lo que se cuenta siempre, esa historia que se nos enseñó tanto en instituciones educativas como culturales, proviene de ese otro, el blanco, al que ni su territorio, cultura, identidad, o su bienestar físico le fueron afectados por esos acontecimientos históricos. Ese otro que se posicionó siempre por sobre los demás, ese otro que no es mapuche.  

Conocer la historia del otro lado, las voces de quienes vivieron las atrocidades, injusticias e imposiciones del Estado, permite entender que existe un pueblo, una comunidad, una cultura, un territorio que vieron corrompida su vida cotidiana y hoy se encuentran en una etapa permanente de reconstrucción de su identidad. 

Para la joven educadora, Ailen Quilaleo, ser mapuche fue algo cotidiano. Su abuela encabezaba el núcleo familiar y siempre transmitió la parte más religiosa y el lenguaje del pueblo ancestral. “En un principio nuestra actividad mapuche más fuerte del año era participar de un nguillatun de la comunidad natal de nuestra familia que es Chiquilihuin. Después comenzamos a participar de más ámbitos mapuches, generados por mapuches para mapuches”, recuerda Ailen. 

Sin embargo, explicó que el ámbito escolar fue algo difícil. A pesar de que en las escuelas de Junín de los Andes somos la mayoría mapuche, siempre fuimos muy pocos los que nos reconocíamos como tal y eso fue complejo.“ Porque las infancias mapuches atraviesan procesos de exposición en cada acto patriótico argentino: “las instituciones no están preparadas y no tienen tampoco intenciones de estar preparadas para tratar situaciones así; para que de repente cada 20 de julio haya un niñe que te diga “yo no quiero prometer la bandera Argentina, porque yo soy mapuche””, afirma Ailen.

Ailen junto a la organización Mapuzuguletuaiñ Wallmapu mew

Para Ailen, que forma parte del colectivo Txafküleiñ compuesto por mapuches de San Martín y Junín de los Andes, ser mapuche en Argentina -y más específicamente en Neuquén- es algo difícil. Sin embargo, encuentra ventajas, ya que, en comparación con otras provincias, esta es una de las regiones que más ha mantenido la organización y que ha logrado mantener aspectos del conocimiento de este pueblo. 

Pero hay algo que ayuda a entender un poco la realidad que atraviesa a las personas de la comunidad, y es entender que habitan una sociedad que no es a la que ellos están acostumbrados, que no es la suya. Son parte de una sociedad que los desconoce todo el tiempo, que los niega y le pone trabas, lo que hace que muchas veces reconocerse o vivir con libertad su identidad resulte algo complejo de afrontar. “Que nuestra lengua y nuestros conocimientos vivan, dependen de nosotros, de la juventud mapuche” aseguró la joven educadora (Kimeltufe).

El no contar con su territorio ha cambiado mucho la forma de vida que tenían los mapuches, lo que hizo que se rompieran aspectos importantes de la cultura. “Eso es algo que entendemos que es necesario reparar, porque necesitamos el territorio para poder vivir, sustentarnos, llevar adelante nuestras prácticas culturales, no hablando únicamente de lo religioso, sino de los conocimientos de muchísimos temas como la agricultura, la ganadería”, exige Ailen Quilaleo. 

Muchos de los territorios originarios del pueblo mapuche han sido muy atacados, lo que hace que hoy queden pequeñas parcelas de tierra para realizar trabajos. La familia de Ailen tiene una historia de desalojos y resistencias. En la actualidad la lucha por el territorio sigue latente por lo que la joven remarca: “Es tan injusto que un estanciero, posea tantas, tantas, hectáreas y una comunidad mapuche con más de 60 familias no tiene ni un cuarto de lo que tiene ese estanciero.”

Marcha en contra de la represión al Lof Quemquemtrew. Cortesía de la radio FM Che

La formadora de mapuzugun remarcó que los jóvenes de hoy en día tienen una gran responsabilidad dado que se encuentran en un momento crítico, su idioma se está perdiendo: “Hoy ser joven mapuche implica una responsabilidad muy grande porque si bien entendemos y exigimos que el estado debe tener políticas de reparación en relación a nuestra lengua, conocimiento y todo lo que nos han quitado, también sabemos que no podemos quedarnos solo con eso. Que nuestra lengua viva y nuestros conocimientos vivan, depende de nosotros.” 

Ailen en el estreno de Inchiñ junto a equipo de trabajo. Cortesía de la producción de la serie.

Actualmente, el pueblo mapuche intenta sostener y levantar espacios de enseñanza de mapuzugun, dado que “las lenguas no solo son gramática, no son solo un idioma, sino que cargan con ellas una forma de ver el mundo.” remarca Ailen. Sin embargo, comenta que la dificultad se encuentra en, por un lado, la dualidad de vivir en dos mundos con diferentes lógicas y formas, el mapuche y el winkin; por otro lado, no es un trabajo remunerado: “Las personas que enseñamos mapuzugun no somos docentes y de manera consciente también muchas veces, tratamos de formarnos y hacer capacitaciones, entre nosotros o gente que ocupa otros idiomas, para hacer que nuestro trabajo sea serio y tenga los frutos que necesitamos.”

Dentro de la organización Mapuzuguletuaiñ Wallmapu mew, que significa “volveremos a hablar mapuzugun en territorio mapuche” una de las metodologías de enseñanza que se mantienen son los koneltun, internados de conexión lingüística. Estos posibilitan estar una semana exclusivamente aprendiendo mapuzugun lo cual permite que puedan aprender mucho más “Son quizá los que tienen más frutos porque en poco tiempo la gente puede aprender más rápido que en clases semanales” afirma la educadora mapuche.

Inchiñ

Ailen, además de conformar parte de esa organización que busca revitalizar el mapuzugun, contribuye a la creación de producciones culturales desde la perspectiva del pueblo originario.  La pérdida de su abuela llevó a Ailen y a su prima, Maitén Cañicul Quilaleo, a reflexionar sobre la necesidad que tienen los jóvenes de mapuches de contenido referido a su cultura “Hace muy poco tiempo habíamos perdido a nuestra abuela y eso de alguna forma nos dio a nosotras una cachetada de realidad que siempre habíamos visto pero nunca tan cerca: fue darnos cuenta que la gente que tiene conocimiento mapuche y de mapuzugun, está grande y está falleciendo.”

Ante este hecho en su vida, surgió Inchiñ: una serie audiovisual pensada desde una necesidad que tenían como jóvenes mapuches. En principio, se planearon 10 capítulos basados en distintos ejes, pero por la pandemia, se redujo. Los ejes fueron: el territorio, juventud, comida, otro sobre el kantun que es un género discursivo que tiene el mapuzugun a través del canto específicamente pero también acompañado de los instrumentos como algo que uniera todo esto. Su estreno se realizó el 14 de octubre en Junín de los Andes, especificamente en el Salón Bicentenario de la ciudad.

Cuando se pensó la serie, en 2019, no estaba planeado que fuera en mapuzugun. Es recién cuando el proyecto se aprueba y hasta que se logra ejecutar y hacer el rodaje, que se plantea utilizar el mapuzugun cómo idioma principal, debido a que Ailen se formó muchísimo y aprendió más del lenguaje. Cuando se estaba empezando el rodaje, le propuse a Maitén que le pidiéramos a la gente que iba a ser parte de inchiñ, son hablantes nativos de mapuzugun, que todo lo que iban a decir lo dijeran en mapuzugun. Lo que para mí también eso fue acompañado de mi compromiso para realizar una traducción” cuenta Ailen. 

Queda demostrado entonces que el propósito de la enseñanza del mapuzugun y la producción de series como Inchiñ, por parte de jóvenes mapuches es un empujón para la gente, para la juventud, que busca generar un compromiso, ser una herramienta para acompañar procesos identitarios. “Hay mucha gente que va encontrando su ser mapuche en el camino y necesita herramientas como esta para poder aprender, para poder conocer.  Y que uno pueda encontrar por internet o por distintos lugares producciones como Inchiñ, está bueno ya que no es solo una entrevista, sino que está armado de una forma específica y está pensado por mapuches y para mapuches, así fue como nació y ojalá que siga ese camino”, asegura Ailen.

Por ello, pretender una traducción literal del idioma mapuche es difícil ya que se pierden un montón de significaciones importantes, palabras que son específicas. “Mi sueño sería más ese, poder realizar trabajos que prioricen el mapuzugun.” Concluye Ailen, junto a la insistencia en la importancia de la enseñanza y revitalización del lenguaje de su pueblo, no sólo como un idioma más sino como uno de los elementos fundamentales en la confirmación de la identidad mapuche.

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